Hemos intentado introducir infinidad de nuevos términos, sugerir cientos de analogías que nos permitiesen explicar o simplemente fabricar argumentos complejos con que describir situaciones o hechos dentro de la investigación y la creación arquitectónica. Todo esto es, fue y seguirá siendo harto positivo. Si hemos de situarnos de un lado, será del lado de los que intentan introducir variaciones a un lenguaje que muchas veces se muestra empobrecido. Estos esfuerzos, que siempre son válidos, y su compromiso con la Arquitectura son inobjetables (queremos enriquecer y no quitar el valor producido por las nuevas propuestas ); el enriquecimiento a través de la investigación, de la puesta en duda de los valores antes dados por absolutos e inobjetables. Es lo mejor que le puede pasar a la arquitectura y a los arquitectos.
Pero si los discursos están construidos de premisas forzadas de argumentos pomposos y rimbombantes; cuando se llenan de palabras innecesarias; cuando se importan términos pertenecientes a otras disciplinas y se tergiversa su significado o se desconoce profundamente el tema con el que se intenta analogizar, confundiendo de este modo al receptor del mensaje y creando una imagen falsa de conocimiento es preferible, y mucho más honesto, plantear la duda desde el desconocimiento, surcando mares desconocidos sin saber ni de dónde se sale ni hacia dónde se va y sin querer llegar a ninguna conclusión, ni a resultados verdaderos o falsos, sino adentrarnos en la búsqueda difícil de la contradicción. En este caso, provocamos un engaño adrede, pero desligado del vedetismo y lo ostentoso.
Se percibe como una especie de horror vacui, un pavor auténtico a poder aparecer como un completo ignorante de su tiempo; a no entenderlo; a no ser capaz de definirlo, tal vez a no poder sentir que -intelectualmente- se es uno de los que saben controlarlo. Pero la realidad es que sólo convendría destripar alguna de las palabras en uso para ver caer muchos sancta sanctorum erigidos con el “infame abuso de las palabras” (citando a Marguerite Yourcenar), la cantidad de palabras que se usan sin haberse reflexionado ni/o experimentado en absoluto.
La capacidad para dejarnos caer con intensidad en sensaciones y pensamientos es un talento. Es la capacidad que poseen nada más que las personas con auténtica y lúcida conciencia de su experiencia, su ser y su conocimiento, las que son capaces de entregarse sin reservas, ni temores ni vanidad a todas las dimensiones de la realidad. Humberto Maturana sostiene que las ilusiones no son errores, sino que forman parte de nuestra experiencia, de nuestro saber y conocimiento y, por lo tanto, de nuestra realidad. Someterse a la experiencia. Un trance. Podría creerse que extraemos nuestras únicas certezas de estados de mente en que el flujo de la percepción se acelera y un proceso de comprensión entre el exterior y el interior (difícil de describir) que se recuerda vagamente como un momento muy confuso en el que uno se sintió lúcido y que no tiene nada que ver con el proceso de crear pensamientos para la retórica.
Toyo Ito exuda, en nuestra imagen retrospectiva, muchísima inteligencia – sustentadora de su talento y envidiable lucidez cuya reflexión es producto, a partes iguales, de ideas procedentes de su imaginación y de su percepción/consciencia de la realidad Es un hombre que manifiesta quedamente su intensidad. Sus palabras son llanas; sus explicaciones, concisas.
Nació en 1941. Se graduó en Arquitectura por la Universidad de Tokyo en 1965 y estableció su propio estudio en 1971. Reconoce las influencias de Kazuo Shinohara y Arata Isozaki en su trabajo inicial, enfocado en términos de crítica social y considera, con énfasis, a Le Corbusier como el arquitecto más prominente de este siglo y una influencia patente e inconsciente constante sobre él.
En los últimos años, su trabajo se ha concentrado en la realización de edificios públicos (como el Museo de Shimosuwa, el edificio ITM en Matsuyama o la Residencia de ancianos en Yatsuhiro) , llevando también a cabo experimentos de Ito son líricos y tan interesantes como la Torre de los Vientos o Vivienda para la mujer nómada de Tokio, obras que quisimos entender como ejercicios artístico – científicos individuales pero que deben verse como trabajos determinados por la experiencia del Tokio contemporáneo – el concepto de lo efímero, del nomadismo – que, con su propia visión están también llevando a cabo otros arquitectos japoneses en este momento.
Durante la entrevista mencionó también a Laurie Anderson y aspectos de la milenaria tradición japonesa como influencias. Integrado en el flujo de una metrópolis que vive en el límite del presente, Toyo Ito desarrolla en la actualidad – ayudado por la tecnología – una arquitectura inteligente y sensible que hace patente la transición hacia una realidad hecha de muchos conceptos nuevos y la conciencia de haber estado ocupando este lugar durante muchos millones de años y que podría considerarse esencialmente (por su esencia) japonesa.
¿Cuál es la consideración de la Arquitectura dentro de la tradición cultural y artística del Japón?
Hace más o menos cien años se produjo la transición de la era de Edo a la era de Meiji, que dio inicio de forma radical a un proceso de abandono de todo lo antiguo para renovar la cultura hacia algo totalmente nuevo. A raíz de ello, la arquitectura tradicional se vio obligada a cambiar al ser descartada por ser concebida como algo obsoleto, perteneciente al pasado, y empezó a importarse la arquitectura occidental masivamente. Todo lo que se nos ha enseñado como arquitectura se basa en la Modernidad. Existe una línea discontinua entre la arquitectura tradicional y la arquitectura contemporánea.
Entonces, tal y como en Occidente, por ejemplo del modo en que para los antiguos griegos, la Arquitectura se concebía como una techné – una destreza específicamente manual – para posteriormente, en el transcurso de la Historia, pasar a considerarse como una de las Bellas Artes, ¿existiría una equivalencia a esta concepción en la cultura japonesa?
Creo que en efecto es así porque, hasta hace muy poco, la gente del pueblo no hacía diferencias entre lo que era un arquitecto de lo que era un contratista o un carpintero. Un arquitecto era referido como “aquel señor que hace casas”. Aún en la actualidad persiste ese sistema de asumir que hay dos categorías de arquitectura: una, de primera categoría y la otra, de segunda. La arquitectura de segunda categoría equivaldría a la consideración que se otorga a los carpinteros. El sistema constructivo en Japón funciona así: hay una serie de grandes empresas constructoras donde disponen de un departamento de diseño en el que pueden trabajar cientos, o incluso miles, de personas en la elaboración del diseño, dirección de la obra y todos los demás aspectos relacionados.
El Elogio de la Sombra, Junichiro Tanizaki alude a ese cambio impuesto por la nueva era que usted mencionaba respondiendo a la primera pregunta.. Este libro se escribió en 1933, relativamente no mucho después del inicio de la Era de Meiji y lo que ésta conllevó. En este libro se describe bien la convivencia de los elementos occidentales simbolizadores de progreso y la tradición cultural japonesa, en particular, la doméstica . Durante la lectura del libro, nos llamó la atención de un fragmento que decía:
“La forma de un instrumento aparentemente insignificante puede tener repercusiones infinitas . (…) Si Oriente y Occidente hubieran elaborado cada uno por su lado, e independientemente, civilizaciones científicas bien diferenciadas, ¿cuáles serían las formas de ambas sociedades y hasta qué punto serían diferentes de lo que son? ”
¿Qué respondería usted a esta pregunta formulada por Tanizaki? Si esto se aplicara a la arquitectura, ¿la arquitectura japonesa contemporánea sería hoy en día muy distinta si no se hubiese producido esa ruptura en el transcurso de la cultura tradicional y propia del Japón?
Hubiera sido bastante diferente. Y no me refiero sólo a la arquitectura, sino también al estilo de vida propiamente dicho. Por ejemplo, la costumbre de llevar kimono , un atuendo tradicional, de repente se abandonó en favor de las ropas occidentales.
Entonces, nuestra idea estereotipada acerca del pueblo japonés, como de un pueblo que ha sido capaz de absorber perfectamente la influencia occidental conservando a la vez sus tradiciones propias, ¿es cierta o se queda sólo en un tópico?
Considerándolo a lo largo de los siglos, sí se podría considerar válida esa teoría porque años atrás sobre todo desde China y Corea confluían las influencias de muchas culturas. El pueblo japonés ha ido asimilando y digiriendo esas influencias a lo largo del tiempo. En este sentido sí se puede decir que el pueblo japonés ha sido un pueblo ecléctico, pero que, sin embargo, ha mantenido intacta su raíz. Lo que ocurre es que, excepcionalmente, cuando tuvo lugar en 1868 el cambio de era de esa forma tan repentina y radical, el pueblo no tuvo tiempo de reaccionar y asimilar todos esos cambios.
¿Se puede decir, en cierto modo, que todavía no se ha culminado el periodo de adaptación a ese cambio?
Yo creo que en efecto es así: hay varios elementos que aún no hemos terminado de digerir
¿También en la arquitectura?
Sí, también. Por ejemplo, en la arquitectura moderna nos choca tener que convertir nuestros techos tradicionales en techos planos. En las provincias, nunca termina de cuajar la idea de tener techos planos.
Esta pregunta se la hacíamos en relación a dos proyectos suyos, que mirábamos desde la perspectiva de unos occidentales que apenas conocen nada sobre la cultura japonesa y que tal vez, para ser entendidos, debían mirarse desde ese ángulo. Uno de los proyectos era White U de 1976, donde usted utiliza los efectos lumínicos para obtener una sensación de belleza. Nos preguntábamos si eso tenía que ver con alguna tradición estética.
La concepción de White U no tenía que ver con la intención de introducir la tradición de la arquitectura. Por lo menos a mí me lo parece porque aquel proyecto consistía en el aprovechamiento de espacios subterráneos. La toma de luz en ese proyecto era algo diferente a lo que se concebía tradicionalmente.
Respecto a la impresión luminosa, en mis obras realizadas a partir de los años ochenta, sí se reflejaría mucho más un efecto suave de luces, aunque los materiales son diferentes a los utilizados tradicionalmente, a esas pantallas delgadas y muy finas.
¿Esta utilización de materiales translúcidos, pantallas, tiene entonces a ver con ese papel – pantalla que se coloca en los shoji, otro elemento tradicional japonés?
Me gustan mucho más esos materiales translúcidos empleados así, en lugar de utilizar materiales que transparenten. En caso de utilizar cristal, por ejemplo, yo empleo algún material que lo haga translúcido.
¿Como hizo en la Mediateca de Sendai, un proyecto más reciente?
Sí. Para obtener los mismos efectos proporcionados por un shoji, durante un tiempo utilicé un tipo de panel agujereado .
En 1995 usted estuvo en Buenos Aires. Me impresionó mucho su proyecto para la Mediateca de Sendai., que mostró durante una conferencia. ¿Cómo continúa ese proyecto? ¿Cómo ha ido progresando?
En aquel momento justamente acababa de finalizar el concurso. Han pasado dos años y medio y la obra ya se ha iniciado. Quedan dos años para culminarla. Aquella imagen básica se mantiene. He tenido que luchar mucho para conseguir mantenerla, no en el aspecto técnico sino por parte de los clientes que tenían una mentalidad que nos les hacía aceptar mis ideas, pero creo que ahora la situación ha mejorado un poquito y ya es seguro que se puede construir con aquella imagen física. De eso no hay duda. Todavía queda resolver ahora cómo lo van a utilizar ellos.
Seguramente la satisfacción que siente Toyo Ito al hablar de su proyecto para la Mediateca de Sendai e informarnos de que su culminación ya tiene fecha prevista es que en esta obra -tal vez su obra maestra- ha sabido mixturar la arquitectura de los maestros de este siglo, fusionar a Le Corbusier de la Estructura Dominó con Gaudí y a Mies Van der Rohe con Louis Kahn. Pero toda esa síntesis la ha sabido actualizar a los tiempos electrónicos de fin de siglo y sus flujos electrónicos sin olvidarse de la cultura de su pueblo.
De ahí su satisfacción, porque con elementos del siglo XX ha hecho una obra que creará escuela en el siglo XXI.
Otra pregunta que concierne a aspectos de la tradición: en el proyecto Dome, ¿la intención es conectar el edificio con el paisaje circundante? ¿Es ese otro rasgo tradicional?
En este caso, persigo alcanzar los mismos efectos lumínicos La estructura de madera va recubierta por una doble película de teflón para obtener el mismo efecto.
Hemos hecho entrevistas a otros arquitectos que más o menos pertenecen a su misma generación.Todos tienden a ser un poco reticentes respecto a la aplicación de tecnología de última generación para diseñar proyectos. No aplican la tecnología a sus estrategias de diseño, usted es el único arquitecto de más de cuarenta y cinco años que está totalmente abierto a las posibilidades de la tecnología no sólo para aplicarla a la arquitectura y conducirla hacia una renovación, sino también en el plano teórico de su trabajo. ¿Cree que se debe a alguna razón esa reticencia o que se debe sólo a una actitud conservadora, acomodaticia hacia los métodos que ya se conocen? ¿La nueva tecnología provocará un cambio en la arquitectura del siglo que viene?
Respecto a la primera pregunta, yo creo que una inmensa mayoría de los arquitectos de esta generación quiere tener a la arquitectura en un altar, como si fuera algo sagrado. Creo que esa es su impresión. Sin embargo yo creo que la arquitectura siempre debe ir paralela a la sociedad o a lo que la gente hace, siempre debe ir muy ligada. Para mí la arquitectura no es algo para admirar y contemplar sino que es algo que se utiliza, donde la gente vive. Tanto física como mentalmente, los seres humanos estamos muy influidos por la época y también por las técnicas y vamos evolucionando. Allí donde vamos encontramos teléfonos móviles, en todas partes del mundo; lo mismo ocurre con el ordenador , que ya es una posesión habitual de las personas. Aunque los arquitectos, por lo menos en su mayoría, piensan que esas cosas no guardan ninguna relación con la arquitectura, sin embargo yo creo que las personas estamos recibiendo a cada momento la influencia de todos estos elementos. La manera en que las personas se reúnen o cómo se comunican , yo reflexiono constantemente en estas condiciones físicas y mentales a las que la arquitectura se tiene que adaptar paralelamente. La arquitectura no es una cosa para dejar punto y aparte. Cuando un arquitecto o un escritor capta bien la potencia que tiene una época es cuando su trabajo puede perdurar para la siguiente. En el mundo de la arquitectura, se utiliza el ordenador con un sentido práctico: para diseñar, para dirigir obra…Los arquitectos hoy en día no saben estudiar cómo influye tanto a lo físico como a lo mental la tecnología. A mí me gustaría seguir mi trabajo orientado hacia esa dirección.
Estamos hablando de la tecnología realmente como de una clase de nueva naturaleza, algo contra lo que medirnos, algo de lo que extraer reglas y también investigar. (Laurie Anderson)
Nos interesaba su texto “Arquitectura en una ciudad simulada”, en el que usted decía que le interesa desarrollar una arquitectura que nos permita vivir en una estructura en la que se combinen libremente realidad e irrealidad. Estamos de acuerdo en que esta idea suya es la que refleja con mejor precisión el funcionamiento de nuestra mente justo en esta época, en la que el ordenador nos permite estructurar bien el flujo de nuestra mente, tanto lo consciente como lo inconsciente. Junto con esta cuestión de la aplicación de la tecnología que se adapta perfectamente a nuestro, digamos, funcionamiento biológico, y a la idea de la utilización de la tecnología queríamos presentarle una cita de Laurie Anderson de 1984 para que nos comente hasta qué punto está usted de acuerdo con lo que en ella se afirma: “En términos de velocidad, la electrónica está muy conectada a nuestro cerebro…Es muy rápido, así que cuando se emplean instrumentos electrónicos uno dispone de una especie de libertad inmediata”.
Laurie Anderson me ha influido mucho. Ella dice que el hombre tiene dos cuerpos: uno físico y real y otro, creado a partir de las imágenes. Este segundo cuerpo está hecho de flujos electrónicos. El primero absorbe el agua y el aire. Lo que nos exige y recomienda es esta combinación de dos cuerpos, ya que por ejemplo un futbolista debe tener clara esa combinación de cuerpo físico y mental,
“Aunque no se ven con los ojos, nuestros cuerpos están constantemente expuestos al aire de la tecnología, reaccionan ante ella y con ella sincronizan nuestro ritmo biológico. Inconscientemente, tal vez tengamos ya un cuerpo robotizado, como los androides. (…) No podemos distinguir la realidad de la irrealidad- eso incluye desde el fast-food al karaoke o la realidad virtual (…). Hemos perdido los sentidos, transformado nuestro cuerpo de tal manera que podemos invertir la relación entre realidad e irrealidad mediante el simple cambio de una imagen.” Toyo Ito
A nosotros nos parece que su acercamiento a la arquitectura tiene mucho más sentido que el de otros arquitectos occidentales jóvenes que están trabajando con tecnología pero que a la vez están demasiado influidos por la filosofía, que prefieren trabajar determinando sus ideas por la filosofía contemporánea antes que prestando atención real al funcionamiento biológico de las personas en nuestra era.
Según mi criterio la tecnología es la que está haciendo cambiar los pensamientos aunque ellos digan que se basan en la filosofía o los conceptos Ellos no serían capaces de pensar nunca esos conceptos separados de la tecnología electrónica. La arquitectura es de por sí tridimensional. En concreto, en nuestro trabajo de arquitectura cuando no había todavía ordenadores, lo concebíamos a través de planos, secciones . Hoy en día, los arquitectos conciben la arquitectura como una cosa bidimensional y no tridimensional, como es . Los arquitectos jóvenes, en la actualidad, ya desde el principio se enfrentan con el mundo tridimensional a partir de ordenadores, entonces tienen la sensación de que esos conceptos de planos y secciones bidimensionales que nos hacían comprender las tres dimensiones ya no son necesarios y deberían desaparecer.
Por mucho que utilicemos el ordenador, estamos hechos de forma que primero debemos ponernos a pensar de forma bidimensional. Ahora con el ordenador se puede entrar ya de forma directa a las tres dimensiones sin pasar por esa fase bidimensional. El propio concepto de la sociedad puede variar bastante, en otras palabras, es el cambio de concepto respecto a la arquitectura. Es decir, las ideas ya no son conceptuales sino algo que evoluciona y se renueva junto a la tecnología.
Pero en su obra la tecnología no nos hace olvidar la naturaleza ni la poesía. Es una posibilidad que brindan los tiempos, pero no las excluye.
Por supuesto que no. Para mí lo más importante son estos elementos, tanto la naturaleza como la poesía. Lo que tenemos que hacer es no estar en el mismo sitio de los pensamientos sino ir buscando una innovación, un nuevo camino y a través de esa búsqueda intentar crear un nuevo concepto sobre la naturaleza y la poesía. Necesitamos una especie de estímulo para ir activando los pensamientos.
Usted siempre habla de producir una arquitectura vibrante, que estimule con fuerza los sentidos. Aunque, volviendo a “Arquitectura en una ciudad simulada” de nuevo, ¿cree que se puede desarrollar una arquitectura que esté creando efectos que en cierto modo estén engañando a los sentidos?
No, aunque entiendo qué quiere sugerir con esa pregunta. Para mí lo más importante y atractivo es extraer algo del mundo invisible , no del mundo palpable que ya conozco sino extraer algo desconocido para saber qué elementos hay y qué puede obtenerse de él. Para conseguir esto, a lo mejor establezco una hipótesis y me introduzco dentro de ese mundo hipotético.
Extraemos como idea final de este discurso: “Captar toda la potencia de la época en que se trabaja y, buscar, extrayendo algo del mundo desconocido, para crear un nuevo concepto sobre la naturaleza o la poesía”. Los especialistas afirman que el hombre aún no ha aprendido a utilizar ni la mitad de todo el potencial de su mente.